Mujeres en Pie de Lucha
La desigualdad histórica de la que ha sido víctima la mujer durante siglos se ha perpetuado
y exacerbado en el capitalismo, los empleos a los que pueden aspirar la mayoría de las
mujeres son los más precarios y esclavizantes, los salarios que percibe una mujer son más
bajos que los del hombre, aunque la labor sea la misma.
Se dice que la mujer obrera o empleada que trabaja ocho o más horas diarias, es doblemente
explotada, porque al llegar a su hogar la espera el ineludible cuidado de los niños y sus
tareas escolares, el cuidado de la ropa, el aseo de su vivienda, el trabajo culinario y
otros que surgen en el diario vivir; sin contar que su esposo está descansando y -muchas
veces- espera sentado mirando televisión que le lleve la comida, le entregue la ropa limpia
y le tenga el lecho preparado, o más grave aún, propinando golpizas a “su” esclava mujer,
porque no se siente bien atendido.
Para las mujeres que se ocupan en su lugar de trabajo de participar en las tareas sindicales
con la esperanza de mejorar su condición laboral y personal, generalmente se encuentran con
la desagradable sorpresa de ver que los postulados sindicales son solamente palabras
escritas en estatutos porque allí también se encuentran sus compañeros de lucha les delegan
las tareas que ellos no quieren, se dirigen a ellas con palabras burlonas, de doble sentido,
con insinuaciones lascivas, o incluso, las hacen sentir que su trabajo, su cerebro o su
condición femenina son factores de debilidad y menosprecio. Es decir, buscando un camino que
las libere de la opresión patronal muchas veces encuentran la opresión del dirigente
sindical, quien siguiendo el mal ejemplo burgués descarga su machismo en las compañeras
sindicalistas y, en muchos casos, para vergüenza del movimiento sindical, desencadenando
contra ellas persecución laboral y sexual.
De ahí que sea también tarea de los sindicatos dar a conocer los aspectos históricos,
económicos, filosóficos, que han puesto a la mujer en esta condición, rescatar su papel en
la historia y en la sociedad, promover que los dirigentes sindicales honestos cambien
conscientemente su actitud y se dispongan a entender que las mujeres son la mitad del cielo
como bellamente lo expresó un gran maestro del proletariado mundial y que es indispensable
su participación activa y consciente en las organizaciones sindicales y en toda la lucha del
movimiento obrero.
Cuando escudriñen en el pasado van a encontrarse con mujeres cotidianas e inteligentes que
han escrito muchas páginas en la historia de la política obrera colombiana y mundial, en la
ciencia y en las artes, en las letras y la música y en muchos otros campos. Recordamos a
Betsabé Espinosa, quien dirigió la primera huelga de mujeres en una fábrica; a María Cano,
denominada la flor del trabajo por su participación política a nivel nacional; a Débora
Arango, como pintora desafío la sociedad y su doble moral; y hoy vemos el ejemplo de las
madres comunitarias que por todo el país luchan enfrentadas al indolente Estado. Así podemos
seguir encontrando muchísimos ejemplos de grandes mujeres que cuentan su historia en los
empolvados libros que aún no hemos abierto para descorrer el velo que opaca los importantes
logros que ha tenido el género femenino por centurias.
Pretender una verdadera reestructuración de los sindicatos y el triunfo del movimiento
sindical, requiere que las mujeres participen en las luchas, con verdadera unidad de clase,
con su doble capacidad de trabajo, viéndolas como aliadas y no como rivales, respetando su
condición femenina e impulsándolas a que desarrollen todas sus capacidades.