Gaceta Sindical Independiente / Editorial: Sobre el carácter de las elecciones

Después del paro se ha popularizado la idea que las elecciones son la oportunidad más importante para cambiar el país, que dicho mecanismo permite ejercer la voluntad popular mediante la participación democrática y pacífica en las urnas. Todo esto argumentado en que la oposición nunca ha gobernado y que es el momento de hacerlo para probarle al pueblo que puede eliminar la corrupción y la desigualdad, que la izquierda democrática o centrista, quien ha ganado audiencia gracias a las denuncias contra opositores por corrupción, va a darle el giro de 180 grados a la economía y a desaparecer las causas de las injusticias y los descontentos sociales al cerrar la brecha entre ricos y pobres por medio de programas sociales que alivianen la situación de miseria y explotación que vienen padeciendo los colombianos, al prometer legislar en favor de diferentes colectivos sociales, contraponerse a la explotación de recursos, luchar contra la destrucción de la naturaleza, erradicar las amenazas y la persecución contra líderes sociales y otras promesas más que solo tiene de común las buenas intenciones.

Tales ideas fácilmente asimilables por compañeros honestos y sinceros tienen como base una fe supersticiosa en el Estado, pues lo consideran un árbitro imparcial para resolver problemas sociales, una institución en la cual, si se elige a representantes con buenas intenciones, pueden cambiar su esencia y servirse de ella para legislar en favor del pueblo trabajador, lo que desconoce que dicha institución tiene un carácter de clase burguesa y representa los intereses de dicha clase social, por lo que su sistema, instituciones auxiliares, sus métodos y su funcionamiento están preñados de una concepción contraria a la mayoría así en su cabeza administrativa se halle un “amigo del pueblo”.

Por otro lado, al hablar con los compañeros en sus puestos de trabajo sobre estas elecciones se puede evidenciar que algunas organizaciones sindicales han promovido la idea que participar en política básicamente es votar, con lo que se restringe el papel del trabajador a las promesas de turno y a los candidatos del momento, promoviendo con ello la noción que los cambios vienen de arriba y no de la base, que los derechos se regalan y no se ganan, que la organización solo sirve a raticos y por momentos cuando de elecciones se trata, porque las activan para sumar votos y dineros en campaña dejándolas a la deriva apenas pasa el regateo electoral.

Teniendo en cuenta lo anterior consideramos que en el actual momento las elecciones no son el camino para un cambio real para el pueblo trabajador y que además de esto son una farsa debido a que:

El sufragio universal nubla la realidad al dar la apariencia de igualdad en la toma de decisiones, artificio útil para echarle la culpa al propio pueblo de su suerte cuando las cosas no salen como se esperaba o como se prometía, en la realidad las votaciones ocultan las relaciones entre el Estado y el Capital entre los gobernantes y sus relaciones con la banca, el comercio y la explotación.

Quienes apoyan cualquier candidato electoral negocian, en caso de ser elegidos y al tener la administración del Estado, beneficios en los negocios por medio de proyectos, concesiones, o cualquier asunto donde puedan sacar ganancia del dinero invertido en la campaña electoral para pagar sus favores políticos con puestos en instituciones públicas. A todo se le saca ventaja bajo el sistema capitalista.

Igualmente, se les restituye el dinero de campaña a los partidos políticos con personería jurídica de acuerdo a una serie de consideraciones que pueden ser consultadas en la Ley 1475 de 2011 Artículo 17, una pelea dada entre la misma oposición al abandonar partidos y crear sus propios movimientos ya que reciben porcentajes del Fondo Nacional de Financiación Política.

Lo que está en la base o son las razones de fondo de las diferencias de candidatos no son sus programas de gobierno en política social, sino los intereses económicos a los que responden, debido a que unos promueven candidatos que legislen en favor de los dueños de la tierra, otros en favor de los dueños de la industria otros en favor de los comerciantes. La cuestión social es solo la apariencia para mantener su desfalco amparados en los favores políticos del momento como ha pasado con los refrigerios escolares, los proyectos en infraestructura en el país (ejemplo Hidroituango y las TIC) entre otros escándalos.

Ningún candidato legislativo o ejecutivo con el solo hecho de ganar su puesto eliminará mágicamente las diferencias sociales ya que estas tienen su raíz en intereses de clases; al hacer cualquier cambio en la distribución de los recursos se afectará a un sector de la burguesía que procederá a atacar o a defenderse.

Históricamente, el Estado burgués ha defendido con farsa y metralla los intereses de grandes capitalistas, terratenientes y comerciantes incluso a aquellos que participan del rentable negocio del narcotráfico. Un candidato que gane las elecciones por muy buena voluntad no va a cambiar eso.

Ningún candidato eliminará las concesiones especiales que tiene la fuerza pública ante la impunidad y uso excesivo de la fuerza, porque ellos son el pilar del orden burgués y saben que en él se centran las ideas más reaccionarias y conservadoras para garantizar sus privilegios.

Las fracciones de las clases dominantes buscan garantizar el predominio de sus objetivos recurriendo cuando lo requieren al fraude para darle una careta democrática a sus programas políticos.

Varias propuestas sobre participar en las elecciones parten de la premisa que se necesita ampliar la democracia (porque la tiene maniatada los narcocriminales o le ha hecho cambiar el rumbo al Estado una mano misteriosa), siendo una de los estandartes de la oposición y de la socialdemocracia, con lo que se desconoce el carácter de las mismas en un Estado burgués capitalista.

Las promesas hechas al pueblo en campaña son IRREALIZABLES en sus puntos fundamentales, porque pretenden garantizar derechos de una mayoría de la población sin afectar a la minoría que realmente tiene el poder, eso es no esperar resistencia de la clase burguesa que solo busca ampliar su riqueza profundizando la explotación y represión por medio de despidos masivos, mayores índices de pobreza, aumento de la canasta familiar, incremento en impuestos, asesinatos cuando lo requieran, proyectos de ley sobre seguridad ciudadana, etc.

Aunque como Escuela Sindical María Cano consideramos que las votaciones no son un problema de principio, ya que ello no es un criterio para dejar de trabajar con cualquier compañero o sindicato que promueva su participación, no podemos quedarnos callados ante lo que representan y lo que buscan, ya que las centrales sindicales en vez de apoyar a los obreros en conflicto prefieren dar millones de pesos a candidatos con el propósito de ganar algún favor político como lo promovió en su momento el burgués sindical Julio Roberto y como lo afianza la política burguesa entre los sindicatos.

Igualmente, consideramos que los socialdemócratas en contubernio con el Estado de los ricos promueven formas de participación desgastantes como los Consejos de Juventud que están hechos para hablar y hablar (como el parlamento), pero de decisiones o ejecución de directivas nada, forma típica de desviar el descontento en montones de propuestas que pueden ser buenas, pero que con el tiempo desaparecen.

Lo que propone la Escuela ante esta situación es ante todo fomentar el fortalecimiento de nuestras organizaciones sindicales, incrementar la actividad sindical contra los atropellos, promover la participación y afiliación de las mujeres, afianzar los lazos de unidad entre organizaciones y sectores, respaldar la movilización, ya que por medio de su lucha se logran libertades y derechos que se reflejan en las leyes procurando llevar a la práctica una confianza en la fuerza organizada que posteriormente servirá como empuje para los cambios de raíz que realmente le sirvan al pueblo.

Por un Sindicalismo Independiente y de Nuevo Tipo