Gaceta Sindical Independiente / Masacre de las bananeras

El 5 y 6 de diciembre se cumplen 93 años de la masacre de las Bananeras, es decir, de una masacre ocurrida en 1928 en el municipio de Ciénaga, Magdalena. Allá los trabajadores de la multinacional yanqui United Fruit Company entraron en huelga para exigir mejoras salariales y condiciones de vida.

Los obreros viviendo en la penuria y miseria, experimentaron en carne propia la explotación más cruel y salvaje de la multinacional imperialista, por sí mismos comprendieron que a pesar de quebrarse el espinazo en jornadas extensas de trabajo, literalmente de domingo a domingo, su miseria iba en aumento, sumado a las condiciones salubres miserables (tuberculosis, paludismo, el parasitismo intestinal de toda especie, la gastroenteritis infantil, y las enfermedades de transmisión sexual), hacían difícil la vida de los obreros a tal punto de que era casi imposible encontrar ancianos bananeros. La realidad misma obligó a los obreros a organizarse para luchar para salir de aquel infierno. En ese punto los bananeros pasaron por encima de la ley burguesa de prohibición de los sindicatos y crearon un sindicato y declararon la huelga para el 6 de octubre de 1928, una asamblea de la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, en Ciénaga, aprobó unánimemente el pliego. Solicitaron a la United Fruit Company y a los productores nacionales la siguiente petición:

Seguro colectivo obligatorio.

Reparación por accidentes de trabajo.

Habitaciones higiénicas y descanso dominical.

Aumento en 50% de los jornales de los empleados que ganaban menos de 100 pesos mensuales.

Supresión de los comisariatos

Cesación de préstamos por medio de vales.

Reparación por accidentes de trabajo.

Pago semanal.

Abolición del sistema de contratista.

Mejor servicio hospitalario.

Sin embargo, la reacción contestó con un plan macabro y abyecto, ideó un crimen que buscaba exterminar y masacrar a todos los huelguistas, aplacar la justa rebelión de los trabajadores con ríos de sangre. En este plan macabro participaron activamente las fuerzas militares y el Estado colombiano, bajo la tutela de los imperialistas norteamericanos quienes presionaron para que se realizara la hecatombe de una forma implacable. El general Carlos Cortés Vargas se desplazó con tres batallones desde Barranquilla. La noche del 5 de diciembre el General Cortés Vargas se reunió con los agentes de la Compañía para festejar la futura matanza y se emborracharon hasta la media noche, luego reunió a los soldados y se dirigió a la plaza de Ciénaga donde se encontraba congregada la masa de huelguistas en actitud pacífica. Cortés Vargas leyó el decreto sobre el estado de sitio y sin esperar un minuto dio la orden de ¡Abrir Fuego! Ya el Ejército había emplazado varias ametralladoras de gran calibre en varios sitios, ubicadas de tal forma que rodeaban estratégicamente la plaza. Por 5 minutos las ametralladoras dispararon en todas las direcciones asesinando en el acto a cientos de hombres, mujeres y niños, los ebrios soldados extasiados por la matanza, no vacilaron cuando el criminal General ordenó rematar a los heridos a bayoneta. Después de la matanza, los muertos fueron subidos a los vagones del tren y arrojados al mar.

La cifra de muertes varía mucho por la forma sistemática como actuó el Ejército colombiano para desaparecer los cadáveres, ya que fueron desaparecidos utilizando una gran logística, es decir con trenes y botes para tirarlos al mar, maquinaria perteneciente a la compañía bananera. Existe un consenso entre varios investigadores quienes defienden la idea de que las víctimas oscilan entre los 3000 a 5000 muertos, mientras que el gobierno solo reconoce 1800. Aquel dantesco crimen quedó impune, ninguno de sus perpetradores pagó un solo día de cárcel.

La masacre de las Bananeras es una hecho imborrable en la historia; este fue el bautizo de fuego que la burguesía, terratenientes y los imperialista le propinaron a la clase obrera colombiana, y a pesar de que los bufones del establo parlamentario digan que la masacre de las bananeras fue una falsificación histórica de los comunistas, el proletariado revolucionario nunca se cansará de recordar a sus mártires y de señalarle al proletariado y campesinos pobres y a todas las nuevas generaciones de luchadores sociales quiénes fueron los autores de aquel horrendo crimen y quiénes son los que hoy se vanaglorian de sus riquezas a expensas del sudor, dolor y sufrimiento humano. Sí, son esos mismos los que se benefician del asesinato de miles de líderes sociales y del desplazamiento de millones de campesinos, son toda esa clase social agrupados y protegidos por este podrido sistema burgués-terrateniente, un sistema estrechamente ligado con el imperialismo norteamericano, reaccionario hasta la médula, un sistema que históricamente nunca vaciló en usar la violencia para defender los intereses de la minoría parasitaria, ni nunca vacilará en ahogar en sangre cualquier intento de justa rebelión del pueblo trabajador.

Hoy como hace 93 años el Estado sigue aplicando las mismas tácticas siniestras, recordemos que, en el marco del Paro Nacional del 2021, cuando llegaba la noche, soldados y policías salían a cazar a nuestros compañeros. Los asesinatos, las desapariciones y las persecuciones no se pueden quedar en la impunidad. A la fecha al menos un centenar de protestantes siguen desaparecidos, o sus cuerpos aparecen desmembrados a las orillas de los ríos.

Los proletarios revolucionarios somos conscientes de esa situación y apretamos la mandíbula de ira revolucionaria por tener que soportar esa realidad, una realidad que por nuestra voluntad quisiéramos transformar inmediatamente, pero para eso debemos educar al pueblo sobre sus centenarios enemigos y elevarlo al punto para que él decida vencerlo. Solo un día así, los proletarios y campesinos vengaremos a nuestros queridos mártires del pasado, solo un día así, los obreros y campesinos instauraremos en nuestro país una nueva forma de organización social, nuestro sistema social en donde el látigo entre hombres, la explotación del hombre por el hombre, va a ser una cosa del pasado, y a ese nuevo orden social lo llamaremos socialismo.

Por un Sindicalismo Independiente y de Nuevo Tipo